Estoy bastante de acuerdo con Marcelo: no a los guetos. Provocan no integración, además de un efecto "burbuja" y una desconexión de la realidad del paÃs que a uno lo acoge en ese momento.
Yo siento una tremenda añoranza de mi ciudad cuando estoy lejos de ella. Es más, de mi pueblo, ni siquiera de Barcelona o de España. Lo escalo hasta lo más pequeño.
Pero me la permito un rato y luego me la sacudo. No es una mala emoción, pero si permites que te absorba cualquier otra que puedas sentir por estar en un nuevo sitio, malo...te vas a perder mucho...
Sin duda, para mà la respuesta está en el equilibrio. Bueno, como en otros ámbitos de la vida. Yo en Chile intenté relacionarme tanto con españoles como con chilenos. En realidad, busco sociabilizar, no importa con quien. Entre mis relaciones allá también habÃa venezolanos, brasileños, colombianos, argentinos...
El precio que todos los expats pagamos por estar lejos es dejar de ver crecer a un sobrino, de ver envejecer a tus padres, de tener una charla banal en el desayuno con un amigo, y hasta de discutir con un cuñado. Pero vivir en un mundo conectado virtualmente, nos puede paliar en algo. Seguir manteniendo el contacto y no espaciarlo cada vez más, para mà es fundamental. No hay que hablar de nada en especial, sólo hay que hablar, como si siguiéramos compartiendo cotidianidad.
Asà que para que no duela la añoranza, hay que cultivar relaciones: las que dejas en tu paÃs, y las nuevas que creas en el que resides. Con nacionales o con otros expats, porque en el fondo, cualquier persona empática va a entender tus emociones, aunque no las haya vivido...